Hace ya un tiempo conocí a una persona que me cambió la vida, no eran bueno momentos ni para ella ni par mi, y eso lo tenía muy claro, y eso estaba muy claro.
Fue una persona muy importante para mi, fue y lo es, y sinceramente espero que lo siga siendo mucho más tiempo.
Una persona muy importante para mi, que me hizo cambiar, mucho. Me hizo mejorar, me hizo valorarme, quererme, aguantarme, superarme a mi misma día a día. Una persona que por desgracia tengo a 615 km, pero bueno, no pasa nada, y ella lo sabe, algún día esos 615 Kilómetros serán centímetros, y ese día la abrazaré tan fuerte que la dolerán las costillas, pero no en plan mal, eh. Si no porque la abrazaré tan fuerte que no la querré soltar nunca.
Y eso ella lo sabe.
Una persona que me ayudó día a día a mejorarme, a superarme, a quererme, a aguantarme. Que me ayudó minuto a minuto. La persona que nunca se dio por vencida aún que tuvo muchísimas oportunidades.
Una persona que después de tanto tiempo sigue ahí. Y sigue porque quiere, no porque la obliguen.
Una persona que en los momentos difíciles nunca se fue, estuvo ahí día tras día, minuto tras minuto aguantando, que ni yo esta en mis mejores momentos ni ella en los suyos, y tanto como ella estaba ahí, yo también, y sabe que lo seguiré estado, pase lo que pase y le pese a quien le pese.
Y eso se lo valoro muchísimo, y uno de los primeros escritos, entradas, textos, como lo queraís llamar, de este año en el blog tenía que ser para ella, para agradecerla todo lo que hace por mi, y para que sepa todo lo que la quiero.
Te quiero mi niña, no te vallas nunca.
¿615 kilómetros? JAJAJAJA por favor.
Me río porque me hace gracia, porque sé que algún día esos kilómetros no serán una mierda, y porque sabe que la quiero.
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Muchísimas felicidades mi Reina. Ya lo sabes todo, eres la mejor, lo más fuerte del mundo que conozco y, además, eres jodidamente preciosa.
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